Cada año mueren más personas por enfermedades cardiovasculares que por cualquier otra causa. Más de tres cuartas partes de las muertes relacionadas con cardiopatías y accidentes cerebrovasculares se producen en países de ingresos bajos y medianos (1). La tensión arterial es la fuerza que ejerce la sangre circulante contra las paredes de las arterias, que son grandes vasos por los que circula la sangre en el organismo. La tensión arterial se expresa en dos valores: el primero es la tensión sistólica y corresponde al momento en que el corazón se contrae o late, mientras que el segundo, la tensión diastólica, representa la presión ejercida sobre los vasos cuando el corazón se relaja entre un latido y otro. La hipertensión (o tensión arterial alta) es un trastorno grave que incrementa de manera significativa el riesgo de sufrir cardiopatías, encefalopatías, nefropatías y enfermedades que afectan a otros órganos (2). La hipertensión se puede definir utilizando valores específicos de tensión arterial sistólica y diastólica o con la toma informada de medicamentos antihipertensivos. Se calcula que 1400 millones de personas en todo el mundo tienen la tensión arterial alta, pero solo el 14% la tiene controlada (2). Sin embargo, existen opciones terapéuticas con una buena relación costo-eficacia.
La última directriz de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que trataba específicamente sobre la hipertensión arterial se publicó hace más de 20 años (en 1999) y ahora está desactualizada. En 2007 se incluyeron algunas recomendaciones sobre la hipertensión en una directriz de conjunto sobre el riesgo cardiovascular, pero esta también necesita revisión y actualización a la luz de nuevos datos científicos y nuevas prácticas (3). La orientación resulta especialmente necesaria para algunos temas controvertidos, como en qué momento iniciar el tratamiento y si es necesario contar con pruebas de laboratorio y una estratificación del riesgo cardiovascular antes de comenzarlo. En el último decenio, la OMS ha incluido el diagnóstico y el tratamiento de la hipertensión en un enfoque del riesgo cardiovascular total que forma parte del conjunto de intervenciones esenciales de la OMS contra las enfermedades no transmisibles (PEN) de los años 2007, 2010 y 2013. Sin embargo, los avances más recientes en el tratamiento farmacológico no se han incluido en este enfoque.
En la Lista Modelo OMS de Medicamentos Esenciales (EML) se clasifican como esenciales todas las clases de fármacos antihipertensivos, que son los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA), los antagonistas del calcio (AC), los antagonistas de los receptores de la angiotensina (ARA) y los diuréticos tiacídicos. En junio de 2019 se incluyeron en la EML los medicamentos antihipertensivos combinados en un solo comprimido. Esto respalda aún más la evaluación de todas las clases de fármacos antihipertensivos y las combinaciones en un solo comprimido de la presente directriz.
Alcance y objetivos de la directriz sobre la hipertensión
La directriz de la OMS sobre la hipertensión de 2021 tiene por objeto ofrecer las orientaciones mundiales de salud pública basadas en la evidencia más actuales y pertinentes sobre el inicio del tratamiento (farmacológico) de la hipertensión en los adultos. Las recomendaciones se dirigen a la población adulta general que padece hipertensión (excluyendo a las embarazadas).
Si bien varios países y sociedades profesionales disponen de directrices sobre la hipertensión, estas son específicas para la población de ese país en concreto o para el entorno particular o los miembros de la sociedad profesional. Los cambios recientes en el tratamiento de la hipertensión, como el abandono de los betabloqueantes como fármacos de primera línea, el aumento de las investigaciones y la aprobación de politerapias y combinaciones de fármacos en un solo comprimido, constituyen razones adicionales para estas nuevas orientaciones. La Directriz para el tratamiento farmacológico de la hipertensión en adultos será la primera directriz sobre el tema de ámbito mundial de las últimas dos décadas y tendrá una relevancia específica para los países de ingresos bajos y medianos.
La directriz proporciona nuevas recomendaciones sobre el umbral de inicio del tratamiento farmacológico de la hipertensión, los intervalos de seguimiento, el objetivo de tensión arterial que debe alcanzarse para su control y el grupo de profesionales de la salud que pueden iniciar el tratamiento. También sienta las bases para decidir si se inicia el tratamiento con monoterapia, con doble fármaco o con combinaciones en un solo comprimido y ofrece orientación para que los países elijan medicamentos y algoritmos para el control de la hipertensión y los incluyan en sus directrices nacionales sobre el tratamiento de la hipertensión.
Esta directriz sustituirá las orientaciones de los módulos Protocolos de tratamiento clínico basados en la evidencia y Manejo de las ECV basado en la estratificación del riesgo del paquete técnico HEARTS, así como las orientaciones incluidas en el conjunto OMS de intervenciones esenciales con respecto al umbral para el inicio del tratamiento y el tratamiento farmacológico antihipertensivo de elección.
En la directriz no se aborda la medición de la tensión arterial ni el diagnóstico de la hipertensión; se aborda el tratamiento farmacológico para las personas con un diagnóstico «confirmado» de hipertensión, como la diagnosticada con dos hallazgos de TA elevada en dos días diferentes.
Aunque esta directriz no se ocupa de los factores de riesgo modificables de la hipertensión, como la dieta poco saludable, la inactividad física, el consumo de tabaco y alcohol y el sobrepeso o la obesidad, en un plan de tratamiento integral para la hipertensión se debe incluir el abordaje de estos factores de riesgo a través de modificaciones en el estilo de vida y otras intervenciones (2).
Entre las medidas no farmacológicas para el tratamiento o la prevención de la hipertensión están:
reducir la ingesta de sal (a menos de 5 g diarios);
consumir más frutas y verduras;
mantener una actividad física regular;
no consumir tabaco;
reducir el consumo de alcohol;
limitar la ingesta de alimentos ricos en grasas saturadas;
eliminar o reducir las grasas trans de la dieta (
2).
La directriz no aborda la crisis hipertensiva, ya que se centra en el tratamiento crónico de la tensión arterial en los entornos de atención habituales.
Los objetivos de la directriz sobre la hipertensión son los siguientes:
proporcionar un umbral de tensión arterial para el inicio del tratamiento antihipertensivo;
establecer si se requieren pruebas de laboratorio o una estratificación del riesgo cardiovascular antes de iniciar el tratamiento antihipertensivo;
concretar con qué fármacos iniciar el tratamiento;
determinar la necesidad de iniciar el tratamiento con monoterapia, con doble fármaco o con politerapia en un solo comprimido;
proporcionar objetivos para el control de la tensión arterial en la hipertensión;
proporcionar intervalos para el seguimiento de los pacientes con hipertensión; y
precisar cómo pueden los profesionales de la salud no médicos participar en el tratamiento de la hipertensión.
Público destinatario
Destinatarios principales
Médicos o profesionales de la salud de todos los niveles de atención médica.
Destinatarios secundarios
Directores de programas nacionales de ENT o ECV, profesores universitarios de ciencias de la salud, responsables de la formulación de políticas sobre recomendaciones para la práctica, estudiantes y fabricantes de medicamentos para la hipertensión.
